6. Modelos de género

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Desde las diferentes ciencias sociales se había apuntado el hecho de que los comportamientos de los hombres y de las mujeres eran socialmente construidos. Para dar cuenta de este fenómeno se utilizaba la expresión "roles sexuales". El concepto de género se creó para hacer patente este carácter cultural y el de sistema de género para indagar cómo se organizaba en cada sociedad. Así, el concepto de género hace explícita la idea de que la diferencia entre los sexos no es un dato inmutable de una naturaleza que no se puede encontrar, sino que, en tanto que construcción cultural, es cambiante y puede ser modificada.

El género como organizador social no opera de una manera neutra y no da paso, por lo tanto, a dos sociedades paralelas, sino que actúa directamente vinculado a un principio jerarquizado. Los modelos de género cambian a lo largo del tiempo y de unas sociedades a otras. Además, en cada sociedad no existe un único modelo -aunque todos los de cada género presentan rasgos comunes-, al estar en relación con otros factores, como la clase social o la etnia.

La historiadora Joan Scott da una definición de género, que es el resultado de dos proposiciones interrelacionadas. La primera - "el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos" - está articulada en cuatro elementos: los símbolos culturales, que evocan representaciones múltiples; los conceptos normativos, que manifiestan las interpretaciones de los significados de los símbolos, en un intento de limitar y contener sus posibilidades metafóricas; las nociones políticas y las referencias a las instituciones y organizaciones sociales; y la identidad subjetiva. Ninguno de estos cuatro elementos opera aisladamente, aunque tampoco lo hacen simultáneamente. La segunda proposición que establece Scott, en la cual realmente se teoriza el concepto, es que "el género es una forma primaria de relaciones significantes de poder". Es decir, el género es el campo primario -no el único campo- dentro del cual o a través del cual se articula el poder.

Así, una historia basada en el concepto de género consiste en la historia de cómo se construyen las relaciones sociales, los universos simbólicos, las jerarquías de poder. De cómo se construye no sólo la identidad sexual femenina sino también la masculina; y, sobre todo, de cómo es una cierta idea de "masculinidad" la que determina la discriminación de las mujeres en la sociedad y la asimetría de la relación entre los sexos.

Hay, sin embargo, algo que el sistema de generaciones no permite captar, ya que hay una realidad de las mujeres que sólo es aprehensible a partir de claves interpretativas que surgen de ellas mismas. En este sentido, el sistema de generaciones sería una herramienta útil para situar el punto de partida de la investigación, pero excesivamente limitada para entender la realidad de la vida de las mujeres, que rebasa las relaciones de subordinación y que tiene una entidad propia que hay que estudiar. Se trataría de buscar, pues, los contenidos propios, y no necesariamente determinados, que las mujeres dieron a sus vidas, buscando su originalidad, las huellas de su libertad. Una perspectiva que permite contemplar su degeneración, es decir, su capacidad de vivir de forma divergente en los modelos de género prescritos para ellas.

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